No hay nada más milagroso que lo
radicalmente real
CARMEN CAMACHO
Las mañanas te reciben a veces con hermosos hechos inesperados. Abro la puerta del estudio, hoy extrañamente he bajado por la escalera interior que conecta la casa con el büro. Ya dentro me dispongo a salir al exterior. Llevo la basura de dos días en las manos. Pesa. Abro. Salgo. Y un aroma a una planta que no reconozco me envuelve en un manto de olores. Los olores llevan en sus moléculas genes de recuerdos. Los científicos deberían estudiar esta poética de la naturaleza. Flipo. Me giro sobre mi mismo con la basura en mano buscando un indicio vegetal que me de algún dato, para entender. Nada. Todo está ahí. Como en su sitio. Cada planta en su maceta como debe estar. Todos los arbolitos plantados en sus macetas-yogures o en sus plantones-botellas. Ayer observamos que el perro del vecino se come las jacarandas, les debe gustar la hoja tierna del arbolito de 10 cm que un dia será 15 mtrs. Voy a tirara la basura a la calle. Salgo del piso, la ciudad ruge poco. NO hay cole. NO hay gente. Mi casa está entre dos colegios, eso da una intensa vida cada mañana de atascos, y legañas. Ya a la vuelta a casa, al patio... el manto aromático me vuelve a envolver. Hostias!. Ya no busco un indicio. Indago. Observo que la dama de noche que hace un mes podamos “salvajemente” está brotando, unas yemitas minúsculas surgen de sus ramas amputadas. Helo ahí… la mañana se ha llenado de noche, de damas. A veces, las mañanas te reciben con hermosos hechos inesperados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario