CAJITA DE PESCA
(Visiones de dos paisajes bocas-duras)
La belleza está toda en tu cajita de pesca.
El rio piedras,
los pinos toman el sol de agosto
y meten sus pies en el agua, las dunas los engullen y en la otra banda el mal
de ladrillos aun no vio el mar. Gracias
En el chinchorro los niños en aparejos tomamos mojarras,
herrerras, sarguitos, roncaores y una
corvina joven. En la desembocadura nos esperan los robalos y las bailas a
curricán. Y ya en la mar los mayores traen anchovas, palometas, listaos sagrantes
y grandes doradas de cabeza platoro y cola negra
La sal la cubrirá para dar costra a su jugosidad
La sal del mar secado
Las boyas de corcho. Matruscas de corteza flotante,
tejido vegetal para avistar muerte proteica
El rojo boya color único. En movimiento, señal, si tiras
bien, de que esta noche cenaremos en la
lumbre pez-pescado
Los plomos. Los diferentes pesos y sus formas. Los pesos
y medidas que gobernaron las economías feudales se hunde al fondo de este
capital descarado y tirano.
El oxido de la navaja mellada. Indicador del tiempo.
Ahora es cero.
De acero.
Y los viejos pescadores
humildes ríen sin dientes, vestidos con la vida por camisa y el trabajo
por sudor cosen las redes estiradas en el muelle, desde donde nosotros nos
tiramos de cabeza a la pleamar. En la bajamar cogemos longorones con las balas argenta
Los aceros forjados en pez-plata para dar caza.
Señuelos que serpentean sexis con arpón pendiente,
colgante.
Rápalas. Cucharillas
Piececillas pececillos
De colores vivos. Los cebos también vivos, y su serrín.
Gusanas empanadas vivas que esperan esconder el anzuelo
entre sus anillos irresistibles
Piececillas pececillos
De colores vivos
Toda una selva contenida en su lomo de carbono muerte
El rio piedra, los pinos las dunas y al fondo toda la
química del polo, industria de abonos y petróleos que cierra el círculo del
paisaje. Y Tú en la proa en marcándolo todo
La belleza esta toda en tu cajita de pesca
El orden, la colocación, los tamaños, los colores, la
composición, la armonía
Malandar, Salmedina, la Jara.
Los caballos galopan levantando la fina arena, tiempo que
dice tiempo de piedras
Y que aún no hemos
entendido
Bonanza albea y con barro-fango hasta las trancas de las
ingles recogemos arbiñocas para la pesca, que luego será. “Cebos vivos”
escribiremos sobre el cartón para colgar en el dintel.
El sol transforma el negro en plata, y los metecos pasan
desapercibidos
El sol transforma el negro en plata, alquimista de lujo
que calienta las espaldas jornaleras
La marisma se adentra en tierra firme que no hace mucho
fue estuario de mitos platónicos. Tierra de secano salado. Toros negros. El
color rosa de los flamencos por cantiñas. Los arroces de terratenientes
forasteros. Y ahora los peces que ya no
se pescan, se cultivan. El pan que fue trigo sol. Las doradas todas estipuladas
comen con cuchara dada las vitaminas del polo químico y sus abonos marinos. En
el mercado no tendrán anzuelo.
En la mar siempre hay un saludo
En el campo un cigarrito para liar
A Las caza se va, la pesca viene a ti.
¿Y al
amor?
Aún podemos, sin permiso, hacer un aparejo.
Construirnos. Navegar
viento en popa a
toda vela
Desde la muerte alimentarnos.
La caña
La belleza se haya toda en tu cajita de pesca
Toda ella está preparada para la muerte
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