Siempre empezó a llover
en la mitad de la película,
en la mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.
J.Cortazar
En estos textos (este blog) tratamos de investigar, de mostrar, de abrir al lectxr y a nosotras mismas, placeres relacionados con la comida, con el comer, con el arte de comer. Elevar la comida y todo lo que hay en torno a ella a un plano que entendemos forma parte de la construcción de la sociedad. Y no solo a nivel cultural, sino que construye, entendemos, parte de lo económico-social, construye nuestros paisajes agrarios y urbanos y define el espíritu de un tiempo, este, el nuestro. Queremos tocar en estas líneas de hoy la relación “ir al cine y comer in situ”. Esto sucede en los cines de verano, al menos por el Sur, en la ciudad de Sevilla. Los cines tenían/tienen un bar en la zona opuesta a la pantalla donde se despachan bebidas frías y algunos bocadillos, tapas frías y en algunos, pescaito frito.
El placer de sentarte solo, en pareja, en familia, o unos colegas y mientras disfrutas o no del film, comerte unas puntillitas o un adobo de cazón: joder, qué gusto!!.
James Bond, el 007, salvando el mundo y yo chupándome los dedos con la pringue de los boquerones. Ó J.Bardem matando gente en un pueblecito de América ( “No es país para viejos”) y la mamá depurando un tinto de verano con su casera blanca burbujeante, to' fresquita, y los treinta grados cayéndonos bajo un cielo lleno de estrellas que no se ven por la luz de la ciudad ( y del cine).
Es un cine en el que se habla, y no de la peli; los niños “molestan” corriendo; se oye el crepitar de las pipas, y algún –sshhh- para que te calles: un auténtico coñazo maravilloso. El calor sureño se pasa bajo las estrellas iluminadas con los haces de luz de un proyector, al fondo la luna o llena o como la uña de un pie. En algunos cines el olor de algún jazmín o dama de noche embriaga el ambiente, pero lo mejor es la cervesita cruzdelcampo fresquita o helada que acompaña a la peli y el pescaito frito, a las papas fritas o aliñás o a el bocata que te has traído de tu casa de bisté empanao con una botella fontbella llena de gazpacho por que “la cosa esta fatá” y tú eres un tieso, y no hay pa´selecta nevería, solo pa´cine.
Recuerdo la primera vez que me llevaron mis padres al cine a cenar, era final de los 70´s y ponían, en el prado de SanSebastian, Tarántula. La peli es lo de menos en estos cines, se va a pasar la fresquita, yo pase un miedo infantil atroz.
Hubo un tiempo en el que Sevilla perdió sus cines de verano, fue durante la mitad de la década de los 90´s, ahora se están recuperando: están los oficiales, como diputación, el más chic a tres pavos la entrada (creo que debería ser 1 loro, un precio simbólico); el de la universidad (gratis) y por los barros: el de la milagrosa, la alameda, los organizados al calor del 15M… Luego los alternativos que hacen los centros Ocupados, y los centros Okupados y los asociaciones autogestionadas como el de los jueves en la plaza del Pumarejo donde tú te traes la silla y el cine convive en la plaza con los bares abiertos y los veladores (la selecta nevería son los bares), o el del CSOALaHuelga los miércoles donde la S.N es vegana o el martes en el Huerto del Rey Moro. Y los más mágicos los de la azotea de alguna colega donde sobre una pared con caliche de cal se proyecta la historia y cada uno trae un tuperware con viandas y los vecinos pueden verla desde sus ventanas, introducir las luces y sombras de eso que es el cine sobre las camas ajenas.
Para nosotras el más increíble de todos lo monta un señor en la azotea de su casa en la C/ SanLuis frente a la iglesia barroca del mismo nombre. Él compró los proyectores de los cines que cerraron en los pueblos de la provincia: proyecta en 35mm. La comunidad de vecinos se sube las mesitas y las sillas a la azotea, y preparan de comer para ellos y sus invitados, los invitados llevamos algunos presentes comestibles y bebibles o también flores, y cuando a las 23h se apaga la iluminación de la cúpula de la iglesia barroca, que la puedes tocar por la cercanía, comienza el cine, hoy “el ladrón de bicicletas”. Otros días el cine es mudo y unos amigos músicos de diversas orquestas de Europa tocan a Bach y Brahms o alguna sinfonía de Mahler. La belleza en verano esta ahí.
Estos cines se han improvisado, desde siempre, en los descampados de la ciudad, en solares sin construir, en sus vacíos…Temporalmente se acotaban, se les daba una rayo de luz en movimiento y ya se tenía un cine para disfrutar en el largo verano del sur. El nombre que se daba al baresito o bar del cine era selecta nevería. ¡Que nombre más elegante!.
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Post: He encontrado algunos post con el mismo tema (cine / selecta nevería y otras infamias) que dan cuenta de este espíritu sevillanoschii del cine de verano 2011:
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