21 ago 2011

HIGOS CHUMBOS

Era el tiempo de los higos chumbos. Aquel hombre, desde los caminos del campo, que unían Albaida del Aljarafe con la fábrica abandonada de las minas de Aznalcóllar, cogía los higos de las chumberas. Las chumberas forman parte del paisaje del mediterráneo y sus islas. Las chumberas de Menorca y las chumberas de Andalucía. No se puede imaginar el sur de España sin esta especie. Hubo un tiempo, mucho tiempo, en que no había este cactus, aquí en Europa. Lo trajeron de América. Tiene 500 años en la península. También llegó el limonero a España por el siglo 3 y más tarde los naranjos traídos por la bella cultura árabe de aquellos días (S.IX).

El hombre va silbando. Va en una moto Puch con dos canastos de mimbre, que hace Juan. Juan,  gitano canastero vecino suyo, descendientes de gitanos herreros que tanto aportaron a la economía de las ciudades en la edad media[1]. Tan perseguidos ellos. El oficio de la fragua ya no existe. El hombre va silbando y suena su moto por el silenciocampo. La chicharra grita, y el abrasador sol verdea las chumberas de a un lado y otro de la carretera. El hombre va silbando, con dos canastos de mimbre a modo de alforjas en su moto. Rum-rum hace la moto, sschri schrri hace la chicharra. Él tararea por lo bajini, un martinete que aprendió de niño apoyado en las puertas de la última fragua. Ahora va a recoger higos chumbos, ya mayor.

Toma con una vara de caña que se ha preparado con la punta abierta, los higos de la chumbera. Las púas se han ablandado con el rocío de la mañana. Quita las púas. Y rellena sus alforjas con unos 20 kg. Se dirige ahora a la ciudad. Allí coloca su mesita, se la guarda en un kiosko de chuches Eustaquio. Sobre la mesita va colocando con el mimo que solo tienen los abuelos las bolsitas que va rellenando con una docena de higos pelados. A dos euros las vende. Le explico a mi hijo pequeño que va andando a saltitos de mi mano, qué son esos frutos y que los pruebe, me dice que no con la sonrisa cruel que solo saben poner los niñxs pequeñxs.

La humanidad fue recolectora, esta práctica aun la observamos/conservamos cuando recogemos setas, espárragos silvestres, piñones, tagarninas, caracoles, flores y hierbas aromáticas o los higos chumbos ¡Qué satisfacción produce esta experiencia de cien mil años! Aun se ve en la ciudad recolectores[2] que venden en sus mesitas ambulantes. Eso pasa con las castañas en otoño, y su humo que transforma el ambiente de las calles, también pasa con el palodú o con los espárragos trigueros. Comprar además de consumir, significa mantener esta forma de ser/estar.

Dicen que son astringentes, -Eso qué es papá- me dice el enano, le digo vulgarmente -son para no cagarte por la pata pa´bajo- Y el se ríe porque piensa que he dicho una palabrota, me gusta maleducar a veces.

Además de comerlos al natural, hay recetas varias que se encuentran en esta biblioteca virtual que es la red: Sorbetes, semifríos de higos y quesos, mermeladas y confituras, licores, se pueden usar en ensaladas o como cualquier otra fruta puede acompañar carnes o se pueden hacer frituritas en Tempura. Los higos los hay en dos tonos por lo que se puede jugar al anaranjado o al verde… A Nosotras nos gusta una receta para postre de la cocinera Carme Ruscadella: Gelatina de higos chumbos y chumbera a la plancha.



[1]  Breve Historia de los Gitanos Herreros de Sevilla.  Torcuato Pérez de Guzmán

[2] Recomendamos la película de Agnes Varde: “Les Glaneurs et la Glaneuse” (Lxs Recolectorxs)

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