a Maite y lilian
que hemos echado un buen fin de semana Vasco
Era una gran barbacoa. El monte se llenaba del aroma a carne quemada. El humo cubría el cielo bajo, como esa misma mañana la niebla bailaba en el bosque de hayas. El fuego. El fuego abrasador, que todo lo devora. Qué difícil era, pensó mientras iba montaña abajo, que se forme un bosque y qué fácil arrasarlo. ¿El tiempo de la creación es mayor que el de la destrucción?
La carne se iba consumiendo, ardía, eran aproximadamente 8487 kilogramos… Empezaba esta a ennegrecer, a quedarse rígida. “Todo correcto a bordo”. Se oyó antes de la explosión. Estaban sentados todos los pasajeros a bordo, mientras cargaban el aparato de combustible. No se sabe cuál fue la causa. La averiguarán los expertos en unos meses, luego los juicios y las indemnizaciones. Ahora gritos y antorchas humanas. Era una gran Barbacoa.
El monte se llenaba de olor a carne humana quemada y keroseno. El humo cubría el cielo bajo y el resplandor se veía desde los pueblos cercanos. El avión ha explotado mientras repostaba y los ciento y pico de pasajeros arden despavoridos por las pistas del aeropuerto, es una barbacoa de animales vivos. Desde las hermosas cristaleras de la moderna sala de espera del aeropuerto se divisa el espectáculo con la misma sensación que se tiene frente a una catástrofe en el televisor. Todos arden, como las brujas.
La pieza de carne más pequeña pesa 6 kilos, está pegada a los brazos ya carbonizados y rígidos de su mamá… el resto de las ocho toneladas de carne ilumina el lugar.
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